Despídete
Y de pronto se encontraban caminando,
abrazando las hojas que caían sobre los pies;
en ellas se agitaban las heridas de días pasados.
Y es que el dolor era casa de todos los días,
en ellos habitaban las palabras que laceraban con el filo de las lenguas,
mordían las horas de tiempos caídos.
En espera de que volvieran sobre los pasos, aquellos días de color naranja.
Y es que la espera siseaba al viento.
Llovían los quizás y el horizonte bordeaba las sombras angustiado de que la noche naciera con las miradas huecas de vida.
Así vivían doliendo.
Y la espera terminaba sí, después de todo llegaba el final.
El viento lamía las heridas, y cantaba lluvia sembrando las miradas;
lágrimas le llaman algunos.
El dolor se alejaba caminando,
llevaba a cuestas el peso de los siempres que alguna vez pronunciaron.
Aviéntame.
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